Vivimos en una era en la que los ciberataques no son una posibilidad remota, sino una certeza estadística. Las organizaciones, sin importar su tamaño o sector, se enfrentan a un entorno digital plagado de amenazas que evolucionan a gran velocidad y que aprovechan cualquier debilidad técnica, humana o procesal para causar daño. En este escenario, la ciberseguridad ha dejado de ser un aspecto técnico aislado para convertirse en un elemento crítico de la resiliencia organizacional y del cumplimiento normativo. Sin embargo, a pesar de la creciente inversión en soluciones de seguridad, muchas organizaciones no saben realmente cuán preparadas están para afrontar un ataque dirigido. ¿Están sus sistemas bien protegidos? ¿Son eficaces sus mecanismos de detección? ¿Cómo responderían ante un incidente grave?

La respuesta a estas preguntas no reside en revisar tecnologías aisladas ni en cumplir un “checklist” de medidas mínimas. Requiere una evaluación integral y contextualizada del estado de la defensa corporativa. Y es aquí donde entra en juego un concepto cada vez más relevante en el sector: la “Postura de Ciberseguridad”.

¿Qué entendemos por «Postura de Ciberseguridad»?

La “Postura de Ciberseguridad” representa el estado actual de las capacidades defensivas de una organización frente a amenazas digitales. Se trata de una visión integral que engloba controles, procesos, competencias, tecnologías y comportamientos orientados a prevenir, detectar, responder y recuperarse ante incidentes.

No se trata de una evaluación puntual o estática, sino de una “fotografía dinámica”, que refleja cómo evoluciona el nivel de exposición al riesgo y la madurez en ciberprotección. Una postura sólida indica no solo una buena implementación técnica, sino también una adecuada gestión del riesgo, cultura organizacional y alineación con los objetivos de negocio.

¿Por qué es importante conocer la «Postura de Ciberseguridad»?

A diferencia de los atacantes, que solo necesitan tener éxito una vez, los defensores deben mantener la vigilancia en todo momento. Las organizaciones actuales operan en un entorno digital cada vez más interconectado, distribuido y expuesto, lo que hace que la gestión de la ciberseguridad ya no pueda basarse únicamente en herramientas aisladas o en auditorías puntuales.
Conocer la “Postura de Ciberseguridad” de una organización permite:

  • Cuantificar el riesgo real asociado a las amenazas activas.
  • Priorizar inversiones y esfuerzos en seguridad según el nivel de exposición.
  • Evaluar el cumplimiento frente a normativas como NIS2, ENS, DORA o ISO 27001.
  • Evolucionar de una seguridad reactiva a un enfoque proactivo y basado en inteligencia.

Esta visión integral y contextualizada proporciona una base sólida para la toma de decisiones informadas en todos los niveles de la organización.

Evaluar, Comprender y Mejorar: Enfoque integral de la «Postura de Ciberseguridad» desde Perseus

Desde Perseus, proponemos un enfoque modular y cuantificable, desarrollado inicialmente en el marco del proyecto CHIMERA y que actualmente está siendo ampliado en PANACEA, de forma que facilita el análisis y la mejora continua a través de los siguientes componentes:

1. Enfoque MITRE ATT&CK y Threat-Informed Defense

La columna vertebral de nuestro modelo se fundamenta en el uso del marco MITRE ATT&CK, un estándar globalmente reconocido que cataloga las tácticas, técnicas y procedimientos (TTPs) empleados por adversarios reales en campañas cibernéticas. Cada técnica evaluada forma parte de este repositorio estructurado, permitiendo a las organizaciones no solo medir lo que tienen implementado, sino también:

  • Identificar brechas concretas frente a técnicas utilizadas por amenazas activas.
  • Alinear sus capacidades de defensa con los comportamientos reales de los atacantes.
  • Priorizar las mitigaciones en función de la probabilidad e impacto potencial.

Este enfoque se enmarca dentro del paradigma de Threat-Informed Defense (TID) promovido por el Center for Threat-Informed Defense (CTID) de MITRE, del que ya os hablamos hace tiempo en este otro artículo, y que propone ir más allá del cumplimiento y actuar directamente sobre los vectores más relevantes, en base a inteligencia de amenazas contrastada.

En lugar de preguntarnos “¿Estamos seguros?”, el modelo permite cuestionarse “¿Estamos preparados contra lo que realmente nos amenaza?”.

2. Perfil organizativo y contexto operativo

Antes de iniciar cualquier medición, es esencial conocer el perfil de la organización:

  • Sector y criticidad, especialmente en sectores regulados o críticos.
  • Tamaño, grado de complejidad operativa y recursos asignados a seguridad.
  • Volumen y sensibilidad de los datos tratados.
  • Ecosistema tecnológico, incluyendo sistemas obsoletos o infraestructuras híbridas.
  • Ámbito geográfico y dependencia de terceros (proveedores, socios, etc.).

Este perfilado permite acotar la superficie de ataque y contextualizar la exposición al riesgo.

3. Dimensiones de la Postura de Ciberseguridad

La evaluación de la postura de ciberseguridad no puede limitarse a la verificación de controles técnicos. Requiere analizar múltiples dimensiones que, en conjunto, determinan el nivel real de preparación y capacidad de defensa de una organización. En nuestro enfoque, estas dimensiones se agrupan en dos grandes bloques complementarios:

A. Dimensión Interna: Matrices de Protección y Ciberdefensa

El punto de partida es el análisis de las capacidades propias de la organización. A partir del marco MITRE ATT&CK, se evalúan las más de 240 técnicas que los atacantes emplean en escenarios reales, asignando a cada una dos valores clave:

    • Una Matriz de Protección, que recoge el nivel de implantación de controles técnicos y organizativos.
    • Una Matriz de Ciberdefensa, que refleja la capacidad de detección, respuesta y recuperación.

Ambas matrices permiten representar cuantitativamente el estado de la defensa y calcular una puntuación global de postura, útil para la toma de decisiones estratégicas.

B. Dimensión Externa: Matrices de Amenazas y Ataques

La segunda dimensión incorpora el análisis del contexto de amenazas reales. Mediante Ciberinteligencia (CTI), se construyen:

    • Matriz de Amenazas, basada en Tácticas, Técnicas y Procedimiento (TTPs) que se encuentran activos.
    • Matriz de Ataques, que refleja incidentes sufridos o detectados por la organización.

Este cruce permite determinar en qué medida la organización está preparada frente a las amenazas más probables y peligrosas.

4. Plataforma unificada y beneficios estratégicos

El enfoque de Perseus se materializa en una plataforma web interactiva que permite gestionar todo el ciclo de evaluación:

  • Visualización avanzada y comparativa entre matrices, perfiles y periodos.
  • Generación de planes de mejora priorizados, con recomendaciones claras.
  • Integración con herramientas/plataformas de gestión de ciberinteligencia.
  • Seguimiento temporal, para evidenciar progresos o nuevas brechas.

Gracias a esta plataforma, las organizaciones pueden:

  • Detectar y corregir puntos débiles antes de que sean explotados.
  • Sustentar con datos la planificación presupuestaria y priorización de recursos.
  • Comunicar con claridad el estado de la ciberseguridad a nivel ejecutivo.

Conclusiones

La postura de ciberseguridad ya no es una cuestión reservada a los equipos técnicos, sino un indicador estratégico que condiciona la continuidad y sostenibilidad del negocio. Evaluarla adecuadamente permite a las organizaciones pasar de la incertidumbre a la acción, desde un enfoque basado en inteligencia, contexto y priorización.

Desde Perseus, proponemos un marco metodológico robusto, escalable y alineado con estándares internacionales, que convierte los datos en conocimiento y este en acción. Porque medir la postura es el primer paso para mejorarla.

 


Etxahun Sanchez Bazterretxea

Área de Innovación